sábado, 4 de mayo de 2013

Depende


Siempre hay en la vida cosas que escapan de nuestras manos. Una
pierna que se rompe la víspera de las vacaciones, un despertador que
se olvida de sonar el día de un examen, o el encuentro imprevisto con
una persona que cambiará el curso de nuestra vida. 

Lo esencial consiste en encontrar el lado bueno de cada
acontecimiento inesperado e imprevisible que viene. El resto se hará
naturalmente. Lo cual no significa en absoluto que tengamos que
convertirnos en espectadores de nuestra propia vida sino aprender a
modular nuestras acciones y nuestros deseos, conservando en la
memoria lo siguiente: podemos ejercer nuestra voluntad y nuestra
acción sobre ciertas cosas, pero es inútil desolarse por las que no
podemos hacer nada.

Una vez convencidos de esto, la vida se vuelve de pronto mucho más
satisfactoria.

Llamamos imprevisto a aquello que no pudimos prever, a aquello que
sucede y que no imaginamos que puede ocurrir y que por lo tanto es
inesperado… ¡pero sucede!, y no hay explicación ni planteamiento
que puedan detener su aparición.

Es común que, muchas veces, detrás de su aparición nos sintamos mal
si lo sucedido es negativo. Nos culpamos o nos sentimos inútiles ya
que nada pudimos hacer. Pero no debemos optar por sentir esto, al
contrario tenemos que comprender que hay cosas que se nos escapan,
que no podemos hacer “magia” y que no podemos adivinar lo que viene,
ni la razón por la que viene.

Hablamos del destino y la suerte, decimos “estaba en el destino que
tenía que pasar por esto…”, o “el destino quiso que fuera así”, o “
es obra del destino”, o “que mala suerte que tengo”, y así miles de
frases tratan de aliviarnos, de hacer más fácil su comprensión.

Pero está en nosotros saber que la vida no es de un solo color, que
por más que nos guste el azul muchas veces aparecen grises, rosas o
plateados que no dependen de nosotros, pero aparecen y sólo podemos
aprender a contemplar esos matices y ver si podemos rescatar algo
bueno en sus trazos.

¡Es más hermoso ver la vida “en colores” que solamente “en blanco y
negro”!.


viernes, 3 de mayo de 2013

Las excusas


Confiamos en las excusas para evitar los riesgos, para explicar el fracaso, para resistirnos a los cambios, para proteger nuestro amor propio.
La excusa es una forma de decir...No es mi culpa.
Es curioso, pero la inteligencia no es una defensa contra las excusas.
Si podemos salvar el primer obstáculo y despertar de nuestro letargo, podemos invertir la gravedad emocional. Podemos hacer que funcione a nuestro favor y no en contra.
Si nos obligamos, por muy deprimidos que estemos, a ir a una fiesta, es probable que en algún momento nos sorprendamos charlando animadamente y nos olvidemos de nuestra depresión.
La sociabilidad desplaza a la tristeza, la mente no puede contener las dos actitudes a la vez, por lo menos no con la misma intensidad.
Comprometernos, involucrarnos, obligarnos, son los mejores remedios para combatir la parálisis emocional, la naturaleza nos creó para ser criaturas curiosas, inquietas, creativas. El estado de inercia no es el normal.
Las excusas nos mantienen inertes, el truco para dejar de poner excusas consiste simplemente... en dejar de ponerlas. En establecer un límite, dicen que el infierno está empedrado de buenas intenciones...las excusas son las piedras que cubren el pavimento.

Penélope Russianoff